Héctor Urién volvió a visitar La Luna el pasado jueves para contarnos historias de amor, sobre el amor, en torno al amor...
Trajo una sesión ya conocida por aquí, y aunque alquien pudiera pensar "pues vaya... otra vez lo mismo", en esta ocasión nos sirvió, a los nuevos para comprobar, y a los veteranos para confirmar, la buena calidad de Héctor como narrador y cuentero.
Desde la elección de los textos al tono que le extrae a cada uno, hasta el trabajo de la voz, potente y clara incluso en los pasajes más íntimos, nos ofreció una sesión de cuentos sin altibajos, transmitiendo a la vez energía y cercanía con los que escuchan (no sólo física, que en La Luna es obligado, sino -me absuelvo yo mismo por usar este término- espiritual).
Y es que, ya lo hice notar en alguna ocasión anterior, pero alguien más me comentó cómo Héctor Urién mira al público cuando cuenta, les transmite el mensaje de que están ahí, el cuentero y el que escucha. Y aunque tiene la sesión más que tomada por la mano y se puede permitir interludios, comentarios y anécdotas sin perder el hilo ni el tono en ningún momento, nadie podrá decir que cuente de forma rutinaria algo mil veces contado.
Ese es uno de los puntos fuertes de Héctor Urién, y supo explotarlo este jueves, para ofrecernos una sesión prácticamente redonda.
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Además:
Galería de fotos de la sesión de Héctor Urién.
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