El jueves hubo una buena ración de cuentos tradicionales.
Fueron cuentos de tradición universal pero pasados por la montaña cántabra, y adaptados a su propia idiosincrasia local.
Para este jueves seleccionó cuentos divertidos, simpáticos, con tontos a los que las cosas les salen bien, y 'listos' que salen escaldados; con suegras, bandas de asaltadores, curas... en fin, lo que cada uno ha conocido en su pueblo.
La narración de Alberto se apoya fundamentalmente en la palabra. Me da la sensación de que cada comentario, cada aparte dentro del cuento, está previamente escrito y ensayado. Eso (me parece) le proporciona al narrador la seguridad que transmite durante la sesión. Como además se siente cómodo con el tema, el resultado es que todos disfrutamos.
Puedo estar equivocado, pero yo diría que le vi disfrutar, y eso se transmite y se contagia.
Como final de la sesión, nos dio la agradable sorpresa de sumarse a la iniciativa de contar un cuento por Palestina, algo que agradecemos y a lo que seguimos animando.
Así que otra de nuevo tuvimos, esta vez con Alberto, una noche de las buenas, de las que dan ganas de seguir escuchando cuentos día tras día.
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