Este jueves no disfruté en La Luna como otras veces. El problema de las expectativas, puede ser...
Siempre echo una ojeada a ver lo que se cuenta por ahí del narrador de cada jueves. Poca cosa, porque tampoco quiero ir con un pre-juicio; como siempre digo, yo voy a disfrutar y a que me guste. De Manu Alburquerque me quedé con el dato de sus años de experiencia en contacto con el público, en una u otra de sus actividades. Pensé: "bien, un veterano con callo...".
Me parece que comenzó la sesión muy nervioso, y aunque luego se fue ambientando un poco, no llegué a percibirlo relajado en ningún momento.
Lo de comenzar nervioso suele suceder a todos en mayor o menor grado(*), y el caso es que el inicio con la presentación y la copla recitada estuvo bien como gancho para el público, pero a partir de ahí me fui distanciando porque no conseguía ver a dónde quería llevarnos; no se decidió por un registro concreto, y el conjunto de la sesión me encontré desorientado: tan pronto un romance como un cuento contemporáneo, un cuento de corte clásico o una historieta humorística, pero sin ilación, sin un propósito evidente. Tampoco ayudó que el ritmo que imprimió fuera tan pausado, eché a faltar más viveza en algunos momentos.
Supongo que, aunque quiera, no me puede gustar todo, y quizá vaya siendo tiempo, a estas alturas de la vida, de irlo reconociendo.
(*): muchos narradores comentan cuando vienen que La Luna les pone nerviosos, como con una carga de responsabilidad. Visto desde el público, La Luna es un lugar acogedor, con madera, focos de tonos cálidos a media luz, cercanía de las personas... Debo decir, e invito a todos a comprobarlo un momento, que se ve distinto cuando todo el mundo está mirándote con atención y la luz de los focos te bloquea la visión. Vaya en su descargo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario