Imaginación y leyenda suelen ir de la mano. Sobre todo en ciertos lugares del mundo, sin distinción de fronteras, donde nacieron o se difundieron historias fantásticas, sobrenaturales, o simplemente raras. Lugares que toman la forma de pueblos, castillos, bosques o comarcas, y que forman parte de la gran guía interna que cada viajero va armando hasta que llega su oportunidad de conocerlos.
Algunos de estos sitios mantienen el misterio de sus orígenes: como Stonehenge, en Inglaterra; o la Isla de Pascua, en el Pacífico. Otros, en cambio, ni siquiera figuran en los mapas convencionales: la Atlántida, o los castillos sumergidos de los cuentos celtas. Están también aquellos relacionados con lo inexplicado, o lo inexplicable, y para eso no hay en el mundo escenario más emblemático que Roswell, en el desierto de Nuevo México. Y quedan, por supuesto, los lugares llamados legendarios porque realmente evocan cuentos de hadas, recuerdos de hadas o escenas de películas fantásticas: los escenarios del Hobbit, en Nueva Zelanda, pero también los de los hermanos Grimm en Alemania. Tienen en común, dondequiera que estén, el ser lugares menos conocidos y fuera de las grandes rutas turísticas que generan sitios como Machu Picchu, Petra, el castillo de Drácula o el escocés Lago Ness.
PURAS HADAS Había una vez dos hermanos que decidieron salvar del olvido viejas historias orales que se transmitían, de generación en generación, desde los tiempos más oscuros de la Edad Media. Se llamaban Jakob y Karl Grimm y vivían en el centro de Alemania. Como lo hizo Charles Perrault un siglo y medio antes, también de ellos recopilaron cuentos para salvarlos del olvido (en el siglo XX, Italo Calvino también se inscribiría en esta tradición, con sus bellas Fiabe italiane). Algunas veces Grimm y Perrault se toparon con los mismos personajes: Caperucita Roja figura tanto en las obras de Perrault como en la de los hermanos alemanes. Pero detrás de la cortina de magia y fantasías, muchos de estos cuentos tienen un trasfondo histórico. Es el caso de Barba Azul, identificado como Gilles de Rais, un compañero de armas de Juana de Arco que se considera uno de los primeros asesinos seriales conocidos de la historia.
Su castillo aún existe, y se visita en el oeste de Francia: son ruinas lúgubres acordes a su triste fama, donde se exponen reconstrucciones de armas de guerra de los siglos XV y XVI.
Aunque macabro, el castillo de Tiffauges –tal es el lugar– es legendario. Y lo mismo las ruinas del castillo de Sababurg, en Alemania, que los estudiosos de la obra de los hermanos Grimm han identificado como el de la Bella Durmiente, la Dornröschen. Aunque para los chicos el verdadero castillo de la verdadera Bella Durmiente está en Disneyland París, Sababurg es una de las etapas imperdibles de la Ruta de los Cuentos de Hadas, un circuito que abarca sesenta lugares a lo largo de más de 600 kilómetros entre Bremen y Francfort, todos vinculados con la vida y la obra de los hermanos Grimm.
La Ruta de los Cuentos de Hadas se visita sobre todo en verano, cuando cada pueblo organiza festejos en torno de personaje local. La gran ciudad universitaria de Kassel, cerca de Sababurg, es el punto central de la ruta: allí vivieron un tiempo los Grimm y allí se encuentra uno de los dos museos que les están dedicados en este itinerario: el de Kassel funciona en el palacio barroco de Bellevue; el otro se encuentra en el lugar donde pasaron sus niñez, el pueblo de Steinau an der Strasse, situado en el extremo meridional del paseo, al este de Frankfurt.
Es casi como el Reino de Muy Muy Lejano, que conocen bien los seguidores de Shrek, porque las películas del ogro verde son un compendio de muchos personajes de cuento alemanes (lo mismo que la popular serie Once Upon a Time): aquí están los lugares vinculados con el Gato con Botas, Blancanieves y Hansel y Gretel. Cada verano, la maciza silueta del castillo de Sababurg es el escenario de un espectáculo que recrea la historia de la Bella Durmiente y su príncipe: en Oberweser la cita es con el Gato con Botas y Blancanieves, en Knüllwald con Caperucita Roja y en Bodenwerder con la Cenicienta y otro personaje de origen alemán, el Barón de Münchhausen. En Höxter los personajes que cobran vida son Hansel y Gretel y en Hamelin –ni hace falta decirlo– el flautista más famoso de toda la literatura. El Sastrecillo Valiente está en Bad Hersfeld y la torre de Rapunzell en Trendelburg. Aspectos medievales o románticos paisajes de bosques y jardines son moneda corriente a lo largo de toda la ruta.
TAMBIéN HAY FANTASMAS Lejos de Alemania, la lista de lugares –a veces impensados– que despiertan curiosidad e intriga es tan larga como diversa. ¿La Casa Winchester de California, por ejemplo, cumple con los requisitos para ser un lugar legendario, o es simplemente una rareza? No hay en esta guía categorías exclusivas, pero lo cierto es un aura de leyenda tiñe lugares inesperados situados a veces a pocos kilómetros de ciudades tan distantes entre sí como Buenos Aires (basta pensar en Campanópolis), Roma (el bosque de monstruos de Bomarzo) o Tokio (el mar de árboles y demonios de Aokigahara).
También hay sitios con su propia lógica, que oscilan entre lo raro y la ilusión óptica: es el caso del Chand Baori de Abhaneri, en la India, un gran pozo público cuadrado, en terrazas, con una multitud de escaleras que permiten que la mayor cantidad posible acceda al agua.
Volviendo a la Casa Winchester, es un auténtico laberinto de habitaciones, escaleras y pasillos, en una construcción con profusión de techos y techitos, puertas y ventanas que levantó la heredera de los rifles preferidos de los vaqueros norteamericanos. Se dice que es un lugar frecuentado por fantasmas. Entra sin duda en los circuitos de turismo sobrenatural, un género o mercado, como se lo quiera llamar que tiene multitudes de adeptos en los países anglosajones. El turismo con fantasmas está en la orden de agencias en Estados Unidos, Inglaterra y también en la lejana Australia. En Tasmania, la pequeña ciudad de Richmond organiza visitas nocturnas en busca de los fantasmas de convictos que viven en el puente local y el torreón del reloj. Los edificios curiosamente son casi siempre hoteles o castillos diseminados por varios países: Salem con sus legendarias brujas es uno de los epicentros, como la Torre de Londres o las Catacumbas de París.
El turismo fantástico tiene otra veta en los bosques de Bretaña, en el oeste de Francia, que compilan en una región muy pequeña la mayor parte de las locaciones de los cuentos medievales gaélicos: desde el castillo del rey Arturo hasta la tumba de Merlín. Estos bosques podrían ser el escenario perfecto de cualquier película fantástica, con sus viejos árboles de ramas inquietantes.
Lo mismo ocurre con los bosques primarios de Tasmania, la isla al sur de Australia, que parecen haber surgido de la descripción de los paleontólogos. Se trata de una selva fría y húmeda donde prosperaron durante millones de años especies de plantas que ya existían en el Jurásico y en tiempos de los dinosaurios, como grandes helechos que pueden alcanzar el tamaño de árboles. Un lugar legendario, pero que lamentablemente está a punto de desaparecer en la actualidad porque la isla sufre de una tala indiscriminada de sus bosques, que son plantados con nuevas especies de mayor rendimiento para las industrias de la madera y el papel.
Otra selva de leyendas es la de Dark Edge en Irlanda, donde se filmaron escenas de la serie Game of Thrones, por sus árboles de ramas entrecruzadas que forman un tenebroso túnel oscuro en pleno día. Pero los lugares misteriosos son muchos más y no distinguen entre continentes: allí está la gruta de Phraya Nakhon, en el Parque Nacional de Kaho Sam Roi Yod (Tailandia), una inmensa cueva cuyo techo se derrumbó y deja pasar rayos de sol que iluminan una pequeña pagoda. También en Asia, el jardín de Kawachi Fuji es un lugar legendario pero temporario: durante algunos días cada primavera nace allí el célebre “túnel de glicinas”, que cuando florecen forman un techo malva por encima de un estrecho camino.
Y como si se anduviera en círculos, no se podría cerrar el paseo sin recordar –nuevamente en Alemania– otro lugar fantástico que dio origen a muchas leyendas. Es el castillo de Neuschwanstein, en la frontera con Austria: esta construcción de ensueño fue realizado a pedido del “rey loco de Baviera”, Luis II, el primo de la famosa Sissi. Su romántico castillo inspiró los de Disney y los de muchos otros creadores y dibujantes desde el siglo XIX.
FUENTE: PAGINA 12
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