martes, junio 13, 2006

NARRADORES EN LA LITERATURA


“Me parecía que todos los oyentes no sólo admitían el perfecto derecho de Katsimbalis a improvisar, sino que esperaban que lo hiciese. Lo consideraban como un virtuoso, un virtuoso que solamente interpretaba sus propias composiciones y que, por tanto, tenía derecho a modificarlas como quisiera.
Había en su notable don, otro interesante aspecto que guardaba analogía con el talento del músico. Durante el tiempo que le traté, la vida de Katsimbalis era relativamente tranquila y sin aventuras. Pero cualquier incidente que ocurriera, por trivial que fuese, lo convertía en un gran acontecimiento. Tal vez sólo se trataba de que, volviendo a su casa, había cogido una flor, en la cuneta de la carretera. Pero cuando terminaba de contar el hecho, la flor, por humilde que fuera, se convertía en la más maravillosa que un hombre hubiera cogido jamás. Se grababa en la memoria del oyente como la flor que había cogido Katsimbalis. Se convertía en algo único en su género, no porque fuera excepcional, sino porque Katsimbalis la había inmortalizado al advertirla, porque había depositado en esa flor todo lo que pensaba y sentía sobre las flores: es decir, un completo universo.”

Henry Miller, “El Coloso de Marusi”, pp. 269-270

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