martes, julio 11, 2006


“Mira comenzó el cuento. Súbitamente varió de aspecto y semblante. Sus ojos negros adquirieron un resplandor especial, y sus manos comenzaron a accionar como sólo él sabía hacerlo. Parecían dos serpientes que hubiesen salido de su cesta a contorsionarse al son de la flauta”

Isak Dinesen, “Los soñadores”, pp. 225

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