A los de mi generación nos fascinaba Walt Disney. Los estrenos cinematográficos y las reposiciones eran el acontecimiento del año. Grandes manejadores del marketing, los ejecutivos del tío Walt sabían las dosis que debían administrar para crear expectación y no quemar el producto. Ahora todo se ha multiplicado por mil y el producto es omnipresente pero devaluado.
Gracias a esas películas conocimos a los personajes de los cuentos que, antes, narradores, folkloristas e investigadores como Perrault, los hermanos Grimm o Andersen habían recopilado en sus trabajos. Hasta la muerte de Franco, sin embargo, yo no supe que Cenicienta, a la que me refería con este mismo nombre en catalán, era nuestra Ventafocs. ¡Ventafocs! El descubrimiento de ese antropónimo me llevó a leer las rondalles recopiladas por un folklorista excepcional: Joan Amades. Primero los cuentos y luego muchos de sus trabajos, que forman la mayor obra de cultura popular de los territorios de lengua catalana. ¡Ventafocs! Al leer a Amades descubrí que era tan nuestra como de los americanos, de la Disney y de los dobladores puertorriqueños. ¡Qué gozada!
Quim Monzó cierra el círculo cuentístico catalán al escribir la segunda parte del relato. En La monarquia, de su libro El perquè de tot plegat,entroncando con nuestra propia tradición rondallística, Monzó nos ofrece el sensacional desenlace de tan almibarado matrimonio.
Como todo buen folklorista, Amades tuvo una madre cuentacuentos y descubrió que había distintas versiones de una misma historia, de una misma canción popular, de un mismo acertijo, de una misma fiesta. Y ello lo llevó a investigar y a intentar fijar las versiones mayoritarias.
Su espíritu fijador no respondía a ningún imperativo legislador, sino al afán de recopilar todo aquel material tradicional, en su mayoría de carácter oral, que Amades veía amenazado. Y de eso hace más de tres cuartos de siglo. Fue un visionario y actuó como una grabadora para dejar constancia de todo lo que era y podía dejar de ser.
El folklore está en recesión, pero tesoros como el Costumari català garantizan, al menos, su preservación. Hoy la sardana baja y los castells suben; mañana quizá recuperaremos otra tradición y la radiografía de Amades nos permitirá hacerlo de un modo riguroso. Feliz año Amades.
MAGÍ CAMPS. LA VANGUARDIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario