Recientemente tuve la fortuna de poder ir a contar cuentos a dos festivales internacionales en Venezuela. Conté en Merida y Maracaibo. La primera es una ciudad colonial, pequeña y situada en los Andes. Allí tiene la sede la importante “Universidad de los Andes”. Por el contrario Maracaibo esta en la costa y es una gran ciudad. Aquí hay varias universidades, la más importante es la “Universidad Publica de Zulia”. Pero hay otras privadas entre las que destaca la Universidad URBE.
Menciono las universidades porque estos festivales de narración oral tenían múltiples actividades en sus campus. Ello me ha permitido conocer de cerca la realidad universitaria y los conflictos que en ellas se están viviendo.
Sin entrar en demasiada profundidad, me ha asombrado encontrar en las universidades unos profesores bastante elitistas, pero en el ámbito estudiantil he encontrado y hablado con estudiante de todas la tendencias (y en todas ellas encontré gente estupenda y estúpidos). Pero esta diversidad de opiniones, de carteles en las paredes, de debates.... solo lo encontré en las universidades publicas. En las privadas nada, ni un cartel que no fuera de la oposición, ni una opinión contraria a un discurso determinado. Los estudiantes no discutían, no debatían.
Pero no es esa falta de debate lo que quiero comentar aquí; quiero hablar de algo mucho más grave. La Universidad Privada URBE fue la punta de lanza de las protestas estudiantiles cuando el cierre de la emisora de televisión privada, ha sido la aglutinadora de todas las protestas contra la constitución (al menos en el estado del ZULIA) y de ella han salido importantes lideres estudiantiles que dirigen las protestas contra el gobierno. Para mi esto era admirable. Es lo que uno espera de un lugar de saber, que mueva las conciencias, que propicie el pensar, más, de otra manera. Por ello me sentí honrado cuando me invitaron a participar en una sesión de cuentos con posterior debate con los estudiantes. Fuimos un narrador urbano colombiano, un narrador indígena ecuatoriano y yo mismo.
Nuestra sorpresa ya comenzó en la puerta, cuando un guardia de seguridad no nos dejo entrar argumentando que el colombiano llevaba un pendiente en una oreja y el indígena ecuatoriano tenia el pelo largo. Con esas pintas no nos dejaban entrar, las normas de la universidad eran claras. Y nos enseño un listado de normas inmenso. Nosotros intentamos convencerlo de que éramos invitados de la universidad y no podía obligarnos a cambiar nuestro atuendo porque eso era ir contra nuestra propia libertad individual, pero en el caso del ecuatoriano era mucho más grave ya que el pelo largo es condición esencial de su cultura y religión es su propia identidad de persona lo que querían cambiar. El guardia nos miro con desprecio y llamo un superior. Pasaron por allí superiores, directores, catedráticos...... algunos con la mejor intención, pero todos diciendo que no había solución, que yo podía pasar, el colombiano si se quitaba el pendiente, pero el ecuatoriano nunca. Al final salió el propio Rector a la puerta, ni siquiera nos hizo entrar en su despacho (y eso que éramos sus invitados) y allí mismo (en la puta calle) nos dijo que no podíamos entrar “porque no cumplíamos los requisitos estéticos de la universidad”. Cuando le comente que no dejarnos entrar era un ataque a nuestra libertad de expresión e individual y que en el caso del ecuatoriano su actitud era racista, se dio la vuelta y sin despedirse se marcho.
Mientras esto pasaba los estudiantes se acercaban, preguntaban y luego se encogían de hombros. Ni uno de ellos comento la posibilidad de organizar un acto paralelo, ni mucho menos una protesta.
Y yo me sentí decepcionado como hacia tiempo que no me ocurría, ¿y estos son los defensores de la libertad de expresión, los defensores de la democracia, los defensores del libre pensamiento?. Pobre Venezuela si estos son los defensores de tu libertad.
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