"No entramos a valorar la calidad de este narrador, pero si alguien me dice que para realiza su trabajo no estudia, ni ensaya, ni practica...que solo se da una ducha para que le venga la inspiración... pues me pongo a pensar que ese narrador y yo no nos dedicamos a lo mismo. O al menos no nos aproximamos al cuento de la misma manera. Si algo quedo claro en la Escuela de Narración Oral de AEDA es que para hacer bien tu trabajo tienes que trabajar, trabajar y trabajar. En fin, yo os pongo todo el articulo y vosotros decidís"
“¿Hay ducha en los camerinos?”, pregunta alegremente François Vallaeys apenas ingresa al auditorio del ICPNA en el Cercado de Lima. Le cambia la cara cuando le dicen que no. Se toma la cabeza con las dos manos y cierra los ojos. Su esposa Fanny y sus hijos Izia (17) y Loic (12) no se han percatado de esto y han puesto sus maletines encima del escenario. Sacan un par de alfombras grandes y las colocan en el medio, justo donde cae la luz del reflector. Mientras tanto, François inspecciona el camerino que, ciertamente, no cuenta con una terma.
Toma asiento en un sillón verde y busca con la mirada un espacio donde poner unas velas. “Para mí la ducha antes del show es muy importante”, dice. “Necesito agua para concentrarme. No ensayo los cuentos, ellos me vienen a visitar mientras me baño. También prendo velas antes de salir y hago una especie de ritual. El fuego y el agua son mi fuente de inspiración”. Aquella concentración, señala, es necesaria ya que sus cuentos son leyendas populares, que durante muchos años han pasado de boca en boca. Estas historias tienen tanta "energía", que necesitan de un narrador con una capacidad especial para controlarla, con el fin de que el público reciba un relato "sanador". Con más de veinticinco años como cuentacuentos, Vallaeys solo ha escrito dos: La caca de vaca y La gota de agua.
ARTICULO COMPLETO: LA REPUBLICA
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