-¿Cómo se inició en el mundo de los cuentos?
-Aprendí a contar historias desde pequeño, era el ocio principal de mi pueblo. Allí nadie te paga por contar cuentos, pero en España sí. Empecé por casualidad en la universidad y fue tanto el éxito que tuve, que me vi envuelto en esta profesión sin darme cuenta.
-¿Por qué cuenta cuentos?
-Es una manera de fomentar la afectividad. Es un encuentro especial con el público, un ritual, una manera de dialogar. El público me cuenta con sus miradas, sus risas, sus sentimientos.
-¿Qué historias relata?
-Narro historias de tradición oral que no están escritas y que sólo se trasmiten de padres a hijos y de abuelos a nietos. Cuento historias de África porque siento esta responsabilidad. Además de que son mis raíces, es una manera de que la gente se acerque a África y dar a conocer sus valores y su pensamiento. Trasmito mitos, cantos, epopeyas africanas. Me siento como un diplomático de los cuentos.
-¿Qué temas trata?
-Variados. Me gustan mucho los cuentos que tienen valores. Aquellos que después de disfrutar de una trama truculenta y sinuosa nos enseñan el valor de la hospitalidad, la amistad, o el amor. Las historias de África están llenas de valores y muchos de ellos son universales.
-¿Es difícil mantener la atención del público?
-No es fácil mantener la atención sólo con la palabra, sobre todo la de los niños porque ellos no fingen.
-¿Qué trucos utiliza para cautivar?
-Hay muchos. El cuento es como una ensalada llena de ingredientes, todos ellos contribuyen a dar sabor, y los comensales la disfrutan aunque no sepan muy bien qué lleva.
FUENTE: NORTE DE CASTILLA
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