Una vez más vino Carlos Pérez-Aradros a La Luna -esta vez en compañía de Pablo Cabello al teclado- cargado de sus cuentos, cantares, y títeres.
Tras un comienzo brillante y sorprendente, desplegó ante el público un muestrario completo de sus capacidades, que son muchas y variadas.
Contó algún cuento de sus clásicos, una divertida historia con teatro de sombras, nos deleitó con su peculiar jota-blues, todo ello ilustrado y apoyado esta vez por el acompañamiento musical, un añadido muy positivo.
Junto a esto, algunas novedades en el campo que parece estar explorando últimamente: los títeres. Un campo en el que, visto desde fuera, me da la impresión que se encuentra cómodo, desde la construcción (por los diseños y materiales) hasta la manipulación y las historias con que les da vida.
También es cierto que en su afán por ofrecernos todas las formas en que es capaz de contar historias, hubo algunos momentos de atasco por la acumulación de material en el reducido espacio con el que contaba, cierta prisa, y las transiciones podrían haber sido más fluidas, pero supo salir del paso y llegar bien a puerto.
La sesión fue sobre todo divertida, y muy interesante ver el camino de evolución que ha emprendido de un tiempo a esta parte.
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