Personalmente, y como yo algunos más, tenía ganas de volver a escuchar a Juanan, por el buen recuerdo que guardaba de su anterior visita a La Luna.
Este jueves pasado por fin tuvimos la oportunidad, y aunque la sabiduría popular advierte de lo contrario, aquel recuerdo se confirmó y se consolidó.
El planteamiento de Juanan es claro: vamos a divertirnos. Pero no a cualquier precio ni de cualquier manera.
Por ejemplo, ¿un gesto con la mano puede ser sutil y a la vez absolutamente evidente? Pues sí, si cuando te das cuanta ya ha pasado.
Sus gnomos, sus dioses y hasta sus santos pueden estar hartos de llenar el mundo de color, ser malhablados, rijosos, y bastante terrenales, pero todo eso dentro de unos relatos contados con extrema precisión, en los que no hay una palabra de más o de menos.
Además de esta preparación de las historias, cuenta con su propio ritmo natural pausado, tranquilo, que proporciona espacio al cuento, al narrador y al que escucha, y crea un ambiente relajado y propicio en el que se crea una gran complicidad.
Sin duda nos divertimos, a la vez que pudimos disfrutar escuchando cuentos bien contados.
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