Carlos estuvo en La Luna, y los Lunáticos estuvimos en la Gloria, en el Séptimo Cielo.
Es bueno saber que en esta época en que todo es tecnología, multimedia, inmediatez y apresuramiento... en esta época aún podemos encontrar un juglar.
Al comenzar nos advirtió de que no se responsabilizaba de las palabras pronunciadas por su personaje (aunque me parece que en su personaje pone de sí mismo más de lo que admite...). Y tras la advertencia, un trago del vaso, y merced a no sé qué extraño sortilegio se transportó en el tiempo, y a nosotros con él.
De pronto, nos encontramos en una mañana de mercado, en un rincón de la plaza, escuchando cómo este personaje viajero y picarón nos trae noticias de tierras remotas: de Arnedo, del África Negra,... nos presenta personajes exóticos como Tiburcio el tabernero, o el negrito NoConsigoRecordarNiUnaSílabaDeSuNombre... nos divierte con coplas en las que se mete un poco con algún asistente (para regocijo general, excepto del copleado, que queda un poquito ruborizado, como es menester)... nos ameniza con títeres a los que sólo faltó la cachiporra (no por castigo, sino por atrezo)...
Un viaje que nos recordó de dónde vienen los cuentos y por qué nos gustan tanto, que nos devolvió por un buen rato la maravilla de que alguien dotado para ello nos cuente lo que pasa por el mundo, y nos vayamos con la sensación de no saber si creernos ni la mitad de lo que nos ha contado, pero satisfechos; y luego, en los días y semanas y años siguientes, lo iremos contando nosotros por ahí, como si nos hubiera sucedido personalmente, pues de alguna manera fue así.
Es bueno saber que en esta época en que todo es tecnología, multimedia, inmediatez y apresuramiento... en esta época aún podemos encontrar un juglar.
Al comenzar nos advirtió de que no se responsabilizaba de las palabras pronunciadas por su personaje (aunque me parece que en su personaje pone de sí mismo más de lo que admite...). Y tras la advertencia, un trago del vaso, y merced a no sé qué extraño sortilegio se transportó en el tiempo, y a nosotros con él.
De pronto, nos encontramos en una mañana de mercado, en un rincón de la plaza, escuchando cómo este personaje viajero y picarón nos trae noticias de tierras remotas: de Arnedo, del África Negra,... nos presenta personajes exóticos como Tiburcio el tabernero, o el negrito NoConsigoRecordarNiUnaSílabaDeSuNombre... nos divierte con coplas en las que se mete un poco con algún asistente (para regocijo general, excepto del copleado, que queda un poquito ruborizado, como es menester)... nos ameniza con títeres a los que sólo faltó la cachiporra (no por castigo, sino por atrezo)...
Un viaje que nos recordó de dónde vienen los cuentos y por qué nos gustan tanto, que nos devolvió por un buen rato la maravilla de que alguien dotado para ello nos cuente lo que pasa por el mundo, y nos vayamos con la sensación de no saber si creernos ni la mitad de lo que nos ha contado, pero satisfechos; y luego, en los días y semanas y años siguientes, lo iremos contando nosotros por ahí, como si nos hubiera sucedido personalmente, pues de alguna manera fue así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario