Después de unos pocos años escuchando cuentos, hay ya unos cuantos narradores a los que acudo a escuchar con la confianza de ir a disfrutar.
Esta noche presentó Soledad una colección de cuentos excelente. Reconocí entre ellos algunos que ya conocía, y en mi opinión la adaptación que ha hecho de ellos desde el papel a la voz es estupenda.
Sin duda, como ocurre con todos los estrenos en todas las artes que se realizan en vivo, aún deben ir asentándose y acomodándose unos a otros. Con el tiempo algunos cambiarán de orden, o serán sustituidos por otros que no cupieron esta noche en que quedaron personajes sin su cuento (¿qué contará la sirena?), o incluso alguno cambiará de forma. Es lo natural, que la sesión vaya evolucionando.
En cuanto a la narración en sí, se notó que Soledad tenía la sesión, con ser estreno y todo, bien por la mano. Si percibí alguna duda, fue en el momento en que tuvo que retirar a algún cuento de la lista por no alargar en exceso la noche, y quizá le costó renunciar a alguno. Y es que se nota que le gustan los cuentos que cuenta, y que cuenta lo que le gusta.
Sólo encontré a faltar algún momento de respiro emocional, de pausa. Soledad se entusiasma con sus historias, porque le gustan y le gusta compartirlas, y eso a menudo hace que despliege la mucha energía que lleva dentro, pero también lleva dentro (como en muchas ocasiones nos ha demostrado) suavidad, sutileza y dulzura, y esta noche eché de menos un poquito más de eso. Lo achacaremos a la tensión de un estreno, que por mucho que sea en un lugar donde se está como en casa, nunca dejará de estar ahí.
En resumen, una sesión de la que no dudo que disfrutaron todos los asistentes, y que conviene, si tenéis oportunidad, ver una y otra vez, porque evolucionará sin duda como un gran vino. Le auguro un gran recorrido.
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