"No tenía dinero para pagar la publicación de un libro de cuentos cortos, pero tenía plata para escribir”, dice en un juego de palabras Federico Moreno (25), un mendocino que escribe microcuentos en billetes de distintos países y los hace circular por el mundo. Paradójicamente, no le interesa el dinero, a pesar de que un par de editoriales se interesaron; sólo busca resumir en un par de oraciones una reflexión, algo que deje pensando al lector.
Y el “éxito” le llegó pronto, porque gracias a internet y las redes sociales ya le han mandado billetes de muchos rincones del planeta, para que además de ser un medio de pago se transformen en una especie de soporte de su arte itinerante.
Creativo publicitario de profesión, Federico no deja de generar ideas, incluso fuera del trabajo. “Hacía mucho que quería sacar un libro de microcuentos, de no más de dos oraciones, pero no tenía dinero para financiar la impresión. Entonces me di cuenta que sí tenía dinero para escribirlos, en billetes que circulan de mano en mano. Yo solo quería que la gente los leyera.
Detrás de cada billete escribo la dirección web, y así se puede llegar a todos los cuentos y al proyecto. También puedo recibir el feedback de los lectores, lo cual es muy importante para motivarme a seguir escribiendo y generar cada vez más contenido”, asegura el escritor que aún no se asume como tal.
Federico escribe para él y para la gente (ver aparte). La idea le nació en Chile, cuando trabajaba allí para una agencia de publicidad. Hoy lo hace en Mendoza en PyLV y en sus tiempos libres escribe lo que le pasa o lo que ve, “no para marcas, ideas o proyectos, sino para mí y para los lectores eventuales. Creo que es un proyecto que se puede mantener en el tiempo y siempre con la idea de que sea sin fines de lucro”, cuenta.
Arte circulanteApenas comenzó a hacer circular los billetes, empezaron a llegar las respuestas. “Al principio eran billetes míos. Después la gente se empezó a copar y me empezaron a traer cuando volvían de vacaciones. Increíblemente me los regalan, contentos de ser parte del proyecto. Me han dado de 10 dólares, 5 euros, $ 10 argentinos, $ 2 mil chilenos, $ 50 mexicanos. Tengo un sobre con billetes de Egipto, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, México, Uruguay, entre otros países”, relata el joven.
Pero el ciclo vital de su arte sigue: “Después estos billetes se los doy a personas que vayan de vacaciones al lugar de donde sea oriundo el billete, para que lo pongan en circulación. O los envío por correo postal a conocidos de otros países. La idea es que se filmen o saquen fotos poniendo el billete en circulación”, explica Federico.
El muestrario de billetes y los “efectos” del feedback se pueden apreciar en detalle en la web
www.cuentosrecortos.com . Allí aparece un billete en el que escribió: “-Papá, ¿qué hacen las palomas cuando hacen ese ruido tan molesto? -Discuten Maca. -Ah, ¿cómo tú y mamá?” “Un hombre etiquetó en la foto del billete a su hija, y ella le respondió vaya a saber por qué, pero lo bueno es haber logrado eso de dejar pensando a alguien, que sirva de disparador, en este caso para la relación de un padre con su hija”, dice Fede.
Hace unos meses, nuestro narrador sufrió una trombosis en sus piernas y, tratamiento de por medio, comenzó a recuperarse. Entonces escribió en un billete de $ 50 argentinos lo siguiente: “Le cortaron las alas en la mejor etapa de su vuelo. Pero luchando contra el viento se dio cuenta de que todas las historias pueden tener un final Fénix”.
En definitiva, Federico logró que el valor de la palabra escrita como expresión artística sea mucho mayor que el monto que el billete representa. Allí radica el éxito del proyecto. El dinero que recibe se llena de “valor agregado” y continúa su camino con el firme propósito que el autor fijó: “Llevar mensajes con buena onda a la gente”.
FUENTE:
LOSANDES