Nos trajo una muestra de 'quereres', porque al parecer el amor ya no es lo que era.
Los cuentos que nos dejó tuvieron sabores de tierras lejanas, de océanos en el Sur y de bosques en el Norte. Cuentos en los que el querer es el motor de sus protagonistas; un querer que unas veces ayuda a superar dificultades y otras veces lleva el dolor escondido en su interior.
Fue una sesión pura de contar/escuchar cuentos, sin más nexo de unión entre uno y otro que la mención del querer que ocupaba la historia que íbamos a escuchar. Cuentos, por otra parte, con entidad propia: largos, elaborados, que exigen la participación del público prestando sus oídos atentos; y que Alberto relata con un brillo especial en los ojos y una sonrisa especial en la boca.
Un placer escuchar a Alberto Sebastián. Y, pese a la idea que trajo del amor, sigo pensando que es un tipo amable.
Los cuentos que nos dejó tuvieron sabores de tierras lejanas, de océanos en el Sur y de bosques en el Norte. Cuentos en los que el querer es el motor de sus protagonistas; un querer que unas veces ayuda a superar dificultades y otras veces lleva el dolor escondido en su interior.
Fue una sesión pura de contar/escuchar cuentos, sin más nexo de unión entre uno y otro que la mención del querer que ocupaba la historia que íbamos a escuchar. Cuentos, por otra parte, con entidad propia: largos, elaborados, que exigen la participación del público prestando sus oídos atentos; y que Alberto relata con un brillo especial en los ojos y una sonrisa especial en la boca.
Un placer escuchar a Alberto Sebastián. Y, pese a la idea que trajo del amor, sigo pensando que es un tipo amable.
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Un apunte personal (a quien se dé por aludido, no sólo en La Luna):
He cogido la calculadora y, sobre una esperanza de vida de 80 años, creo que es posible vivir un 0,00014 % de ese tiempo con el teléfono desconectado, ¿o no? Yo puedo, y os animo a probar.
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