Spiderman es el amigo invisible de cualquier niño español. Sus padres le llevaron a ver la película, ha jugado a su videojuego e, incluso, ha leído su cómic. Es incontestable que el superhéroe de las telas lo impregna todo. Sin embargo, ¿quién de ellos conoce el mito de Aracne o el cuento Las hilanderas? Si acaso alguno escuchó la leyenda en clase. La tradición anglosajona hace tiempo que engulló a la latina y, no sólo eso, lo hace en cualquier formato. No hay fronteras y los mundos mágicos se expresan en todos los lenguajes -literatura, videojuegos, manga, cine o rol- sin complejos, saltando de uno a otro a razón del éxito con Internet como mejor aliado.
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Casi nadie escribe de los seres mitológicos autóctonos, como los malvados ojáncanos de Cantabria o las anjanas asturianas
El consumidor, además, es muchas veces un sujeto activo que reinterpreta lo leído y hace al resto partícipe a través de un blog o las redes sociales. "Son unas lecturas salvajes. La gente se adentra sin ninguna orientación y, a veces, el mercado lanza con gran promoción libros de baja calidad. Es una cultura marginada. De fantasía los niños sólo conocen las Leyendas de Bécquer", se lamenta Eloy Martos, catedrático de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Extremadura. Martos confía en que en el marco de Bolonia, que potencia la creatividad, se fomente su estudio en los centros escolares y Facultades. Mientras tanto ha dedicado parte de su tiempo a comparar a los superhéroes de Marvel con vidas de santos con resultados sorprendentes.
"Es habitual que una casa editorial o una compañía de cine asuma que hay un fenómeno del consumidor que va a querer adquirir todo", explica Alberto Martos, autor de la tesis Las sagas fantásticas modernas y la ficción-manía. Así La Factoría de Ideas publica con regularidad las novelas de Star Trek: la próxima generación; la primera entrega de Crónicas de Idhún es ya uncómic (Laura Gallego y Andrés Carrión, SM), y uno de los videojuegos de la temporada se ha lanzado a la vez que su libro, Dragon Age: El trono usurpado (David Gaider, Timunmas). De esta editorial es también Halo: El Flood (William C. Dietz), adaptación literaria de uno de los juegos más vendidos de la historia. Mientras Susanne Collins trabaja en el guión de Juegos del hambre, trilogía de la que Molino publica el 21 de enero la segunda entrega, En llamas, número 1 en ventas en la lista de The New York Times.
"Se vende la marca, el universo mágico entero con un gran despliegue de medios. A lo mejor el chico, que se ha criado en una cultura audiovisual, se engancha por un mapa, de ahí pasa a leer la saga, a ver la película...", sostiene el catedrático, coordinador de la Red de Universidades Lectoras. Ya en el mercado la segunda parte del libro Resident Evil (S. D. Perry, Timunmas), en edición para coleccionistas. Comenzó siendo en 1996 un videojuego y se convirtió en un filme. O Peter Jackson, que abrió la senda con la dirección de El señor de los anillos (J. R. R. Tolkien, Minotauro), produce las adaptaciones de las aventuras de Tintín (Hergé, Juventud) y Hobbit (Tolkien, Minotauro y Booket) y versionará la trilogía Temerario (Naomi Novik, Alfaguara). El novelista G. K. Chesterton decía: "No creas en nada que pueda ser dicho en imágenes coloreadas"· Pero en el fantasy es común acudir a ilustraciones y textos de apoyo para ampliar el imaginario. Como Forjar dragones (John Howe, Timunmas), con prólogo de Guillermo del Toro, fuente de "inspiraciones, acercamientos y técnicas para dibujar y pintar dragones", según reza en su subtítulo.
Casi todo está inventado e incluso la saga La guerra de las galaxias, que congrega a millones de seguidores, "bebe de las historias concretas de la literatura europea, de la religión cristiana o budista, de la mitología
... Y las integra, las rehace. Inventa una nueva historia que propone al mundo y que es adoptada como una nueva fuente de referencia, de conocimiento y de valores", opina Gemma Lluch, autora del análisis Star Wars, una manera clásica de contar aventuras. En el caso español, además, sus autores reconocen que tienen más en mente las mitologías sajonas de elfos u orcos que los seres mitológicos autóctonos como los malvados ojáncanos, de Cantabria, o las anjanas asturianas. "El 95% de la literatura fantástica que se publica son traducciones o están inspiradas en leyendas artúricas o de la mitología griega", calcula Eloy Martos. Es el caso de Javier Negrete con libros como La espada de fuego (Minotauro) o Salamina, la gran batalla de la antigüedad (Espasa); Laura Gallego, de quien Laberinto acaba de poner a la venta una caja especial de Alas de fuego y Alas negras; Maite Carranza con su Magia de una noche de verano (Edebé) o Lucía González Lavado con La amenaza de las sombras: en las entrañas de Aine (Nabla).
De esta extranjerización no es partícipe la filóloga Ana Cristina Herreros, quien, por el contrario, ha hecho una tarea de recuperación en Libro de brujas españolas (Siruela). "Hay cuentos maravillosos de los hermanos Grimm, pero en versiones populares españoles como Balcanieve y los siete ladrones, La bella durmiente, Mariquita y su hermanastra (una Cenicienta andaluza) y Arbolica del Arbolar (una Rapunzel manchega)...", explica Herreros en el prólogo. O Antonio Rodríguez Almodóvar, dedicado desde hace años a recuperar cuentos que recopila en libros como Cuentos al amor de la lumbre (Alianza), y Pedro Riera, quien en La criatura del bosque (Edebé) obliga a un niño a convivir con una cerilla pirómana y un bonsái deforme.
Entre las novedades más esperadas está Shiver (Maggie Stiefvater, SM), un superventas de corte romántico y sobrenatural que llegará a las librerías en marzo, mes de la aparición de Escuela de dragones 2 (Salamandra Drake, Alfaguara). En abril Montena edita Crónicas de Atlántida, una nueva serie de Joaquín Londáiz Montiel, autor de la saga Elliot. En ella tres muchachos de procedencias muy distintas viajan "al corazón de ese lugar legendario donde deberán hacer frente a numerosos problemas, misterios y enfrentarse a extrañas criaturas", resume el argumento el novelista madrileño.
Sagas, en palabras del pensador alemán Peter Sloterdijk, que sirven para ayudar a crear "un inconsciente a la altura de nuestras preguntas".
FUENTE:EL PAÍS
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