miércoles, diciembre 30, 2009

Mitos, leyendas y el cuento popular. Analogías y diferencias

Generalmente se tiende a confundir cuándo un relato es un mito y cuándo es una leyenda[1]. Lo sustancial es entender que la leyenda generalmente tiene una pequeña base histórica de apoyo.

De este modo, la mayoría de las veces entendemos intuitivamente cuando se nos dice que algo o alguien son legendarios. Pero casi nadie pasa de entenderlo como una vaga condición exótica, antigua y maravillosa. Por el contrario, la leyenda es algo definido concretamente: una narración tradicional, fantástica, que combina en sorprendente contraste unos hechos extraordinarios con una referencia concreta de lugar y de personas, bien sean reales o imaginarias.

La leyenda, como la poesía y el teatro, tiene su génesis en la religión. Nace de las creencias totémicas y animistas de los albores de las razas y de los pueblos primitivos. Por eso trata en tantas ocasiones de hechizos y talismanes o de virtudes y hechos extraordinarios que se refieren a ciertos animales, plantas y objetos. Así ocurre en las leyendas tan frecuentemente temas sobre encarnaciones de personas en bestias y de transformaciones de éstas, por obra del amor en príncipes llenos de gallardía, ternura y seductora firmeza.

Una gran mayoría de leyendas tiene sus orígenes en las mitologías paganas, en tal caso resulta difícil saber dónde concluye el mito y dónde empieza la leyenda. Para Georges Dumézil[2] la leyenda es una expresión de la creencia primitiva de la humanidad, por lo tanto, es necesario demostrar la importancia de los rituales en la formación de ella. Para entender esta interpretación es necesario situarse en la creencia de que los primitivos eran los “esclavos” de necesidades rudimentarias y que todos los cultos fueron pensados en favorecer temas como la fertilidad de los campos, por ejemplo; de las multitudes y de los seres humanos. De esta idea es posible deducir que toda la gente primitiva debe haber tenido creencias susceptibles de comparar. La leyenda, por lo tanto, aparecería solamente en la traducción de un panorama ritual. Los elementos rituales parecen haberse incorporado a la leyenda, incorrectamente, como acontecimientos verdaderos. Por supuesto, el análisis de Dumézil es más fino y más complejo que esta escueta presentación.

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