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lunes, diciembre 28, 2009
¿SE ACABARÓN LOS CUENTOS DE PRINCESAS?. CUENTOS Y CINE
Si usted tiene hijos pequeños y es de los que acude al cine con frecuencia, habrá notado que la cartelera se está llenando de películas dirigidas a niños que, sin embargo, no encajan en el epígrafe de cine infantil. Más bien lo hacen en el de oscuro. Fíjese si no en las cinco fotografías de esta página, más lóbregas que joviales.
Filmes como Donde viven los monstruos o Cuento de Navidad recogen el testigo bello y lúgubre que inició Los mundos de Coraline. Y suma y sigue. El 1 de enero se estrena otra película de animación, Número 9, que está en las antípodas del cine infantil. Meses más tarde, el gótico Tim Burton nos presentará su particular Alicia en el país de las maravillas.
¿Se acabaron los cuentos de princesas? Todo parece indicar que sí. Que hay una generación de cineastas que se han cargado de un plumazo la ñoñería a la vieja usanza de Disney. Y eso es algo que aplauden con entusiasmo los expertos. «Ya está bien de considerar a todos los niños unos minusválidos», afirma Mario Torrecillas, guionista, autor de cuentos infantiles y crítico de cine. Torrecillas añade que tanto Los mundos de Coraline (Henry Selick) como Donde viven los monstruos (Spike Jonze) son películas «maravillosas pero nada fáciles». La primera habla de una niña que descubre debajo de su casa un mundo subterráneo donde sus padres tienen botones cosidos en los ojos. La segunda, una adaptación de un clásico de la literatura infantil, pone el acento en la soledad, la nostalgia, la ira y el miedo. Son temas duros, por eso, advierte Torrecillas, ambas películas no son aptas para todos los chavales, sino para los que tienen a partir de 10 años.
SIN BURBUJAS / Lo mismo opina el cineasta y dibujante de cómics Borja Crespo, que da una calurosa bienvenida a la nueva ola de cine supuestamente dirigido a niños. «Echaba de menos mala leche en las pantallas, estaba todo demasiado light», destaca. Sin embargo, insiste en que no todos los menores son capaces de ver historias tan oscuras. «Son películas para niños grandes y listos, para críos que tienen inquietudes y no viven encerrados en burbujas», destaca el cineasta.
Crespo, de 39 años, no tiene hijos, pero si los tuviera no dudaría en llevarlos a una sala a ver, por ejemplo, Donde viven los monstruos. ¿Y no cree que lo pasarían mal, que tendrían miedo? «Más miedo daba Psicosis», responde. Y añade con sorna: «Yo, de pequeño, donde lo pasé mal era en las iglesias. Pero no en los cines».
Torrecillas, de 38 años, sí tiene hijos, una niña, pero solo tiene cinco meses, demasiado pequeña como para llevarla a ningún lado. Mucho menos al cine. Cuando sea más grande sí que lo hará. Y acompañada de su padre, claro. «No es malo que un chaval pase un poco de miedo mientras está sentado en la butaca. A los niños les gusta el miedo. Eso es algo que ha pasado siempre. En una película como Los mundos de Coraline habrá cosas que no entiendan, pero no pasa nada. Para eso están los padres, para acompañarlos y explicarles todo», subraya Torrecillas, autor de Petits dibuixos animats, un DVD de seis cortos creados por un centenar de niños de entre 6 y 12 años.
Los padres, efectivamente, juegan un papel importante en este tipo de arriesgadas apuestas cinematográficas. Crespo acaba de publicar junto a Chema García Cortocuentos (Astiberri), un cómic que tiene de infantil lo mismo que las películas de esta información. Nada. Las historias de Cortocuentos son tan estupendas como duras, pero su autor afirma que «muchos lectores optan por leerlas acompañados de sus hijos». Los críos se fijan más en unas cosas. Los padres, en otras. Resultado: todos contentos.
ARTICULO COMPLETO: OLGA PEREDA EL PERIÓDICO
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