"La vida está llena de lobos y hay que dar a nuestros hijos las herramientas precisas que les ayuden a enfrentarse a ellos.
No podemos encerrar a los niños en jaulas de oro y esperar a que crezcan para empujarlos a la calle, a la vida. Nuestros hijos han de crecer sabiendo qué pueden encontrarse en su camino y, sobre todo, sabiendo cómo enfrentarse a ello.
Los cuentos trabajan a fondo este asunto de los lobos preparándonos para la vida, nos ayudan a visualizar los problemas, a preverlos, a resolverlos. El territorio de la ficción es ideal para ensayar las distintas posibilidades ante el lobo por la sencilla razón de que siempre puede haber otra oportunidad. No así en la vida.
Esta es la razón por la que uno se queda tan asustado cuando ve cómo se están manipulando los cuentos, esa herramienta tan útil (al menos durante miles de años) para ayudar a nuestros hijos a crecer. [...]"
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