lunes, agosto 31, 2009

NARRADORES ORALES DE ROSARIO. ARGENTINA

Contar un cuento para que un niño quiera leer, para llegar a hombres y mujeres con poco acceso a la cultura, para darle vida a los objetos de un prestigioso museo o simplemente por el placer de contar. Así de heterogéneos y disímiles son los objetivos de los distintos grupos de narradores orales de Rosario, surgidos en años recientes. Rosario/12 reunió a todos con el objetivo de saber cómo sobrevive y se reproduce un arte ancestral en el mundo de la imagen y la tecnología. "No hay mayor placer que sentir que el otro está atrapado en tu historia", aseguran, cómplices de la imaginación. Y coinciden en una premisa: "Sólo se pueden narrar los textos que uno ama". Así Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Isidoro Blaisten y Angélica Gorodisher, entre otros, aparecen en un repertorio variado en el que los más chicos prefieren escuchar los cuentos de terror y los adultos se inclinan por el humor o la nostalgia.

Monica Alfonso es actriz desde hace 35 años, pero hace diez que comenzó a experimentar con la narración como único elemento. La palabra y lo que el otro imagine se reúnen para crear un espacio mágico. En ese contexto ha participado de festivales internacionales en Colombia y Alemania, pero también realiza espectáculos en Rosario como "Al abrigo del tiempo", en donde los objetos del Museo Estevez son el disparador de varias historias. "La palabra dicha tiene que ser aireada y corta, no puede cansar porque eso impide la emoción", sostiene y afirma que su arte está basado "en el respeto por los textos de autor". En junio de este año presentó "Pérdidas de tiempo", un CD en el que recrea textos de escritoras rosarinas.

También convencidos de que contar es un arte, en el 2004 surgió MORONAO (Movimiento Rosarino de Narradores Orales) perteneciente al círculo de Cuentacuentos en donde nueve personas, entre actores y narradores inclinan la balanza hacia la oralidad y con distintas voces recrean una historia, en la mayoría de los casos dirigida a un público infanto juvenil. "Lo más importante es que restaura el contacto humano mediatizado por la tecnología, y eso puede emocionar", explica Claudia Vives, una de sus integrantes. Adriana Felicia, fundadora del proyecto afirma que el trabajo de Moronao desmitifica la afirmación de que "los chicos no leen". "Toda vez que terminamos de contar una buena historia sea en una sala céntrica o en un barrio los chicos quieren llevarse el libro para volver a leerla", cuenta.

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