Bautizado por Bernardo Atxaga con un nombre con aires de trabalenguas, Ipupomamua -que aúna en un único término las palabras ipuina, poesia, magia y mamua (cuento, poesía, magia y monstruo)- se presentó durante el mandato de José Juan González de Txabarri como un «parque en torno al cuento, un espacio singular para escuchar, representar, leer, contemplar y vivir la literatura» que abriría sus puertas en Asteasu, localidad natal de Atxaga, en 2006.
El desarrollo de un proyecto que todavía no ha pasado de ese estadio ha sido, sin embargo, más complicado incluso que su propio nombre, y da la impresión de que se ha salvado in extremis de pasar de la lista de iniciativas convertidas en cuento de nunca acabar a la de proyectos fallidos y archivados. Porque Ipupomamua seguirá adelante, pero con cambios tan sustanciales como su ubicación. La diputada foral de Cultura María Jesús Aranburu anunció ayer ante la Comisión de Cultura y Euskera de las Juntas Generales que hacer se hará, pero que no estará en Asteasu -cuyo Ayuntamiento se descolgó del proyecto en junio-, sino en alguno de los cinco pueblos que se están barajando como posibles nuevas ubicaciones. Se oyó hablar de Ataun, se oyó hablar de Tolosa, pero Aranburu no dio ninguna pista acerca del lugar de Gipuzkoa que finalmente acogerá el centro dedicado a la literatura infantil y juvenil -así se presenta en la actualidad el proyecto-, y se limitó a adelantar que la Diputación dará a conocer su decisión antes de que finalice el año.
Tres millones de euros.
Aranburu respondía así a la pregunta del juntero de Aralar Patxi Aierbe, que se interesaba por el destino de los 300.000 euros consignados en el presupuesto foral de este año a una iniciativa prácticamente congelada para la que tanto la Diputación Foral como el Gobierno Vasco han ido consignando fondos durante los últimos años, sin que las excavadoras se hayan puesto en marcha.
Y es que Ipupomamua, un proyecto que nació con un presupuesto de 1.800.000 euros que acabó ascendiendo a 3.000.000, ha dado muchas vueltas. Según recordó la diputada de Cultura, la propuesta de crear un «parque del cuento» partió en marzo de 2004 del Ayuntamiento de Asteasu. La Diputación, «que ya estaba interesada en crear algo así», asumió la iniciativa y estableció un primer acuerdo con el consistorio. El proyecto contó también con el respaldo de Atxaga y, en 2005, se sumó al mismo el Gobierno Vasco.
2006, en lugar del año de la inauguración fue, en palabras de Aranburu, «un año complicado», en el que coincidieron problemas con la calificación de los terrenos, la intención de hacer convivir el parque o centro con una promoción de viviendas, retrasos en los permisos... Comenzaron también a surgir dudas de índole muy variada y se intuye que las relaciones entre las dos instituciones comunes y el Ayuntamiento no fueron del todo fáciles.
Para 2007, en cualquier caso, ya había un proyecto que había sido encargado a las arquitectas Ane Sistiaga y Diana Gorostidi. Adaptar el proyecto a las necesidades que se iban estableciendo ya había elevado el presupuesto a los 3 millones de euros, pero Aranburu recordó ayer que «no había problema por parte de Gobierno y Diputación para asumir las nuevas inversiones» y que «el Ayuntamiento también se mostró dispuesto a seguir adelante». Los trabajos tenían que haber comenzado en septiembre del 2007, pero el permiso municipal necesario no llegaba. El que llegó fue el año 2008, con más avatares y ningún progreso. «Para nuestra sorpresa -dijo ayer Aranburu- en junio el Ayuntamiento de Asteasu se desmarca del proyecto y denuncia la falta de implicación del Gobierno Vasco y la Diputación». Conclusión de la larga historia: la Diputación «sigue creyendo en un proyecto que está muy bien definido en contenidos y necesidades», «está dispuesta a hacer frente al déficit que previsiblemente generara durante los dos primeros años», destinará los 300.000 euros a Mintzola y busca un emplazamiento «que tenga el suelo ya calificado y en condiciones».
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