¡Qué suerte tenemos en La Luna, que contamos incluso con un mago de cabecera!
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Un comienzo rápido, entre bromas y veras, para ir poniendo al público en situación; microilusiones para crear ambiente, y algún momento en que la tecnología se reveló -y rebeló- como enemiga de la magia.
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Una vez echada a rodar, la sesión fue asentándose y dio paso a números más largos, que ilustraban o iban acompañados de parlamentos y relatos más largos (pues aquí se trata de cuentos en sus distintas formas). El nudo como alegoría -un poco negativa, ¿no?- de la pareja, historias de príncipes y ranas -incluídos híbridos-,
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Hubo incluso viajes en el tiempo, con unas coplas o romances de ciego en las que la magia jugó un importante papel para descubrir al autor de un horrendo crimen.
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Una sesión entretenida, en la que Diego tuvo que lidiar con obtáculos materiales y humanos, pero sabiendo salir bien librado.
Nota mágica:
¿Serán indigestos los globos? ¿Hay algún color especialmente más sabroso que otro?
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