- Griott, en una charla concedida a este periódico tras finalizar la primera sesión del "Laboratorio de oralidad", destacó que la reivindicación del cuento como "un lugar fundamental en la vida, en el día día", fue uno de los puntos a los que más tiempo se dedicó ayer. "Hay que desvincular el cuento del ámbito escolar y restituirlo al que le corresponde, la vida, donde ocupa un lugar fundamental".
El cuento, añadió, está a medio camino de esta meta. "Los narradores llenan los lugares donde se representan artes escénicas, que están en caída". Griott opinó que la razón detrás de esta revalorización del cuento se debe a que "el público recibe el cuento como el momento de la verdad, aunque sea paradójico", asumiendo que todo lo que cuenta el narrador "es verdad".
Y el público necesita esa verdad más que nunca. "La gente está muy necesitada de la verdad en un mundo de impostación, de lo políticamente correcto tan falso" y de "los valores" de los que tanto se habla pero tan poco se hace, sino se práctica directamente lo contrario, agregó.
Otra idea sobre la que el "Laboratorio de oralidad" reflexionó en profundidad fue la del paso de la narración escrita a la oralidad. "Son dos procesos de creación diferentes -afirmó la narradora-, cada uno con sus normas y reglas diferentes". Por un lado, aseguró Griott, la literatura busca la "durabilidad", mientras que los cuentos optan por "la actualidad", ya que "cada vez que se cuenta un cuento, el narrador puede aportar lo que está ocurriendo entre el público o lo que le ocurre a sí mismo", porque "el cuento se cuenta desde el recuerdo y no desde la memoria, que son dos cosas diferentes".
Ana Griott también quiso dar varios consejos a los asistentes al "Laboratorio de oralidad", muchos de los cuales también son narradores, ya sea en el aula o en la biblioteca.
Consideró "importantísimo" elegir un cuento que "se tenga la necesidad de contar", y hacerlo con "entusiasmo" y desde una postura de "indefensión, porque cada vez que cuentas algo te expones ante el público".
Además, los futuros narradores deberán, en opinión de Griott, "contar algo que para ellos sea muy importante, algo con mensaje y no con moraleja", conceptos que la narradora diferenció porque el primero "no es explícito" y el segundo, sí. Además, el mensaje invita a la "reflexión" y no impone la visión del narrador, algo que Griott adjudicó a la moraleja.
También recomendó encarecidamente "mirar a los ojos del público". "Cada espectador tiene que sentir que el cuento se le cuenta a él solo, aunque haya dos mil personas". Y eso únicamente se consigue, a juicio de Griott, mirando a los ojos, "algo que se está dejando de hacer" y que crea "una relación personal" entre el narrador y el público.
ARTICULO COMPLETO: DIARIO DEL ALTO ARAGÓN
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