Los cuentos no sirven sólo para conseguir que los pequeños duerman más felices. Según la escritora y terapeuta Begoña Ibarrola, constituyen una herramienta educativa «muy potente» para educar las emociones, y deberían convertirse en un instrumento para el trabajo diario de los docentes. Así lo explicó a este diario con motivo de su visita a Almería para impartir una conferencia en el Hotel Elba de la capital, a la que estaban convocados más de 300 docentes de toda la provincia. La ponencia, 'Educar las emociones a través de los cuentos, se enmarca en las V Jornadas de Educación Infantil que la editorial SM está celebrando en varias ciudades españolas.
«He sido terapeuta infantil durante quince años, y tenía la costumbre de escribir cuentos en los que los protagonistas eran un reflejo de mis pacientes. Explicándolo un día durante una ponencia, una editora me pidió que se les mostrara», explica Ibarrola.
Cinco funciones
Desde entonces, esta psicóloga, que lleva toda su vida impartiendo cursos de formación al profesorado y a las familias, ha escrito más de 120 cuentos con los que pretende apoyar en su labor a los docentes. «La función lúdica es una de ellas, pero los cuentos cumplen además una función mágica para estimular la fantasía; una función ética, de transmisión de valores; una función terapéutica, porque muchos cuentos ayudan a que las personas entiendan sus propios procesos psicológicos y plasmar sus ansiedades y sus miedos; y una función educativa», explica la psicóloga. «Con la educación emocional disminuye el bullying, desaparecen los conflictos, mejora el rendimiento, la conducta,... Conozco muchos centros educativos que ya se han formado los profesores en educación emocional, pero aún queda mucho por hacer, y el cuento es precisamente una de esas herramientas para educar las emociones».
Para Ibarrola, el cuento ayuda enormemente a desarrollar determinadas habilidades, y lo hace además de una forma «muy sencilla y asequible para el profesorado». Además, no distingue entre los cuentos clásicos y los contemporáneos. «Hay que combinar, porque no olvidemos que los tradicionales hacen referencia a personajes que son arquetípicos, símbolos, que alimentan el imaginario infantil. El niño no está tan pendiente de si es el príncipe el que besa a la princesa, o la princesa la que besa al príncipe, sino que va descubriendo las enseñanzas que el cuento le va transmitiendo», sostiene la escritora. «No se queda tanto en las formas; somos más los adultos los que nos fijamos en los comportamientos sexistas. El cuento tiene un potencial tremendo a nivel simbólico, porque habla a la mente de una manera especial: la metáfora le transmite contenidos muy profundos de una manera muy sencilla».
«No tienen edad»
Begoña Ibarrola afirma, asimismo, que «los cuentos son para niños y para adultos, porque tienen diferentes lecturas y formas de comprender el mensaje. Hoy en día, de hecho, hay muchos cuentos para el público adulto. Pero los cuentos no tienen edad». Para ella, un buen y clásico ejemplo es 'El principito': «Cada edad va a ver el cuento con matices y profundidad diferentes».
De momento, los docentes almerienses pueden poner en práctica las tesis que sostiene Ibarrola con un libro de 'Cuentos para sentir' que les fue entregado tras su conferencia, en el que se acompañan las pequeñas historias con actividades para poner en práctica en el aula.
FUENTE: IDEAL
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