FOTO DE BLOOMBER
Es canadiense y escribe cuentos. Nadie puede dudar de que en las páginas de una obra como Demasiada felicidad (Lumen) hay un Nobel de Literatura. Así lo ha considerado la Academia sueca, que han optado por una escritora reconocida, publicada y difundida por todo el mundo. El minimalismo de Alice Munro es una cota superada por pocos autores, pero cacareada por muchos. Las experiencias que cuenta esa elegante señora de pelo blanco y ochenta y dos, no son grandes. Sus protagonistas no representan el Canadá idílico. Desde el rincón apartado de Ontario -esto suele gustar mucho al cónclave del Nobel y a los lectores de la escritora- dibuja un paisaje de mujeres bravas y justas. Es decir, el interés por lo humano hallado en la solidez de los personajes.
Con el galardón el Nobel reconoce la importancia del género chico de la literatura. El cuento de Munro es un gran puzle compuesto de piezas separadas que no terminan de encajar pero están vinculadas entre sí y son, a fin de cuentas, como un gran mural. Pendiente del matiz, de las frases precisas, de no exhibir su maestría formal, con un sentido crítico sardónico, que da vida a un héroe sin destrezas, ni propósitos morales. Tiene la llave del cuento: esconde todo lo que puedas.
Para la Academia sueca es la “maestra del relato corto contemporáneo” y destacó en su fallo que la autora es aclamada por su “armonioso estilo de relatar, caracterizado por su claridad y realismo psicológico”. El Nobel de Literatura está dotado con ocho millones de coronas suecas (922.000 euros o 1,3 millones de dólares) y su anterior ganador, en 2012, fue el chino Mo Yan.
Fin del veto norteamericano
Con esta decisión la Academia rompe con una tradición injusta con los autores norteamericanos, que mantenía en el olvido a la literatura que mueve el mundo. Desde el premio a la novelista Toni Morrison, hace 20 años, ni un escritor estadounidense ni canadiense ha tocado las mieles del Nobel. Así que la Academia devuelve al Nobel a la actualidad creativa, con un galardón que se apoya en la parte del mundo donde se hace el mejor caldo narrativo contemporáneo. De la media docena de escritores vivos más importantes de la lengua inglesa sólo uno lucía premio: J. M. Coetzee, pero es surafricano.
Alice Munro pertenece a la excelente generación de narradores como Don DeLillo, Cormac McCarthy, Thomas Pynchon, E. L. Doctorow, Philip Roth y Joyce Carol Oates. Munro destaca entre todos ellos por una narrativa de sutilezas, de atención por la intimidad, con la voz propia de la naturalidad de un diario. Levanta actas notariales de escenas familiares, con detalles mínimos que descubren una autora con memoria de elefante capaz de colocar al lector al otro lado de la cerradura de la puerta. “Mi padre cruzó el prado con el cuerpo del chico que se había ahogado”, leemos en el cuento Miles City, Montana.
El premio a una escritora clave en la tradición del cuento del siglo XX supone la renovación de la Academia, que no descubre ni pone en el mapa a una autora anónima y de la periferia. El Nobel este año no se significa como el galardón que da voz a los sin voz. Este año el jurado ha concedido el premio al propio Nobel, que se actualiza y se pone al día. Alice Munro coloca en el mapa de la actualidad al Nobel.
Una selección Munro:
Las lunas de Júpiter, De Bolsillo, 2010, cuentos.
El progreso del amor, RBA, 2009, cuentos.
Amistad de juventud, De Bolsillo, 2010, cuentos.
Secretos a voces, RBA, 2008, cuentos.
El amor de una mujer generosa, RBA, 2009, cuentos.
Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, RBA, 2007, cuentos.
Escapada, RBA, 2005, cuentos.
La vista desde Castle Rock, RBA, 2008, relatos enlazados sobre su familia.
Demasiada felicidad, Lumen, 2010, cuentos.
Mi vida querida, Lumen, 2013, cuentos.
FUENTE: EL CONFIDENCIAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario