He estado buscando, y no me ha costado mucho encontrar una palabra que de alguna forma describa la sesión del jueves pasado con Yoshi Hioki:
arrobo
Comenzó captando la atención del público con unas suaves notas que invitaban al silencio y la calma.
A partir de ese momento, un despliegue de maestría asombroso.
Todo en la sesión estuvo perfectamente medido: la voz, las palabras, los silencios, los gestos, la expresión... Tan medido estaba, que sin darte cuenta estabas sumergido en el cuento, viéndolo en una mirada, en el vuelo de una mano, en un misterio susurrado a media voz...
Y todo esto lo consigue Yoshi de tal forma que lo escuchas como si no hubiera nadie más escuchando, ajeno al lugar y al paso del tiempo. Hubo un momento, tras la pausa, en que se hizo un silencio absoluto en La Luna, uno de esos instantes en que todo está detenido pero pleno de vida.
La sesión, por otra parte, no estuvo exenta de humor y sensibilidad, en su justa medida como todo lo demás.
Como digo, un maestro. Y una de esas sesiones para guardar en el recuerdo.
Nota de agradecimiento:
A la persona que por primera vez me llevó a La Luna, hace ya más de tres años (cómo pasa el tiempo...), por noches como esta le guardo eterna deuda de gratitud.
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