Como bien plantearon desde el principio, ¿a qué dejar que un narrador recoja las historias que llevan contando toda la vida, si ellas todavía pueden venir a contarlas en persona?
Y dicho y hecho.
Sobre una base de cuentos tradicionales o populares de La Rioja, desplegaron ante un público muy numeroso todas sus facultades narrativas, y su habilidad para el entretenimiento. Una sesión con estos tres puede ser cualquier cosa menos aburrida.
Conste que por momentos pareció que podía convertirse en un sindiós, porque ellos se divierten tanto como nosotros, pero consiguieron mantener la cosa dentro de sus límites naturales. Y es que desde el primer momento establecieron una complicidad con el público que se implicó con la propuesta de estos tres... seres que había en el escenario.
Y entre cuento y copla, entre palabras y cantares, nos regalaron momentos impagables: ese sugerente baile que si no fuera porque lo ejecutaron ellos sería hasta erótico, no tiene calificación aparte de psicodélico.
Por supuesto no puedo dejar de aplaudir el empeño y el esfuerzo de Edu y los Rabogor por renovar cada temporada el repertorio y la presentación del mismo. Obteniendo además buenos resultados de ese trabajo. Señal de que les gusta lo que hacen y tienen inquietud por mejorar, por ofrecer cada vez un poco más.
Eso. Aplauso.
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