Una de las primeras lecciones: los cuentos no se aprenden de memoria, si no que las historias se interiorizan, se llevan dentro y van saliendo. En cada sesión puede que se cuenten de forma distinta, pero lo importante es que lleguen al receptor del modo más creíble posible, de manera sincera y con sentimientos. Éste es el secreto de una buena narración oral, contar algo de lo que uno mismo está convencido para que, al narrarlo, el público también se lo crea.
Ésta es una de las diferencias que tiene el arte del cuentacuentos frente al teatro, aquí el público es un elemento más de la puesta en escena.
El contacto visual con los oyentes es muy importante mientras se desarrolla la historia, así se llegan a trasmitir las emociones, a evolucionar en la narración de acuerdo a sus reacciones y a aplicar determinados recursos escénicos. Cada cuentacuentos tiene sus particulares herramientas para atraer el interés.
El público también determina los relatos que se van a escoger en cada sesión. Adultos o niños, cada uno necesita el despliegue de ciertas técnicas que capten su atención.
Pero, ante todo, a la hora de ponerse delante de un escenario, hay que saber que la historia es mucho más importante que el narrador, que tiene más peso la selección de relatos que se haya hecho que el cómo se cuenta. La credibilidad de lo que se narra es fundamental.
El arte de narrar
Pocas cosas hay tan antiguas y tan inherentes a la sociedad como es la tradición de contar historias de forma verbal. El ser humano ha tenido, y tiene, la necesidad de escuchar relatos, de acompañar su vida con historias de ficción, no sólo como medio para aprender lecciones o valores, sino simplemente para desarrollarse y alimentar sus inquietudes y ansias por imaginar cosas más allá de las conocidas.
La figura del cuentacuentos sigue hoy en día, ya en el siglo XXI, presente en la sociedad. Su arte sigue siendo necesario y, lo que es más, desde hace unos años parece que se está recuperando y estableciendo su labor como un oficio más. La narración oral se considera una opción de ocio entre los adultos y una función formativa y de diversión entre el público infantil.
Se puede tener mayor o menor facilidad a la hora de narrar historias, pero para pulir la creatividad y perder la vergüenza de expresar los relatos que llevamos dentro, hay profesionales que imparten cursos de cuentacuentos, como es el caso de Alberto Sebastián, uno de los narradores orales más conocidos de Cantabria. Sus cerca de dos décadas trabajando en el sector le confieren el reconocimiento de la profesión.
Taller de iniciación
La mirada, la voz y el gesto son los principales componentes de la narración oral. En cursos como el que Alberto va a impartir el próximo fin de semana, 6 y 7 de marzo, en la librería Mundanalrüido (c/ San Celedonio 43, Santander), se potencian estas herramientas personales para llegar hasta un estilo propio que define a cada uno de los cuentacuentos.
Este taller de iniciación de doce horas de duración, que tendrá un carácter intensivo al desarrollarse entre el sábado y el domingo, es eminentemente práctico y está dirigido a todo tipo de personas que quieran ampliar sus capacidades de narración oral. «Cada uno tiene que encontrar el narrador que lleva dentro. Aunque no sea en público, sino en el ámbito privado de la familia, el contar historias es una capacidad humana, algo que tenemos integrado en nosotros mismos», señala Alberto Sebastián.
FUENTE: EL DIARIO MONTAÑES
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