“Saco mis cuentos de la literatura, de la tradición oral y por supuesto de mi propia experiencia personal, es como un proceso”. Así nos contestaba Aldo Méndez cuando le inquirimos sobre su proceso creativo.
Y es cierto, porque los cuentos de Aldo suenan a Esopo, suenan a clásico, a infancia y adultez, a certeza, suenan a carisma y enseñanza, donde el autor griego utiliza animales para resaltar el relato, el cubano utiliza objetos cotidianos como “facilitadores de la historia que quitan dramatismo”, y esto y no otra cosa es lo que Aldo nos mostró ayer miércoles en Teteria Pachamama.
Más de 100 personas abarrotando el aforo de la Pachamama (hasta el punto de colgar el sold out) esperábamos relajadamente el inicio del show de Aldo, mientras veíamos al artista trabajar afanosamente tras la propia barra de la teteria instantes antes del comienzo del espectáculo.
Hasta que al fin se produjo.
Y durante una hora y media, los asistentes volvimos a disfrutar del dominio del escenario del cuentacuentos, de una vis cómica arraigada en la sátira política y la sensualidad que le permite romper el hielo de sus veladas hasta entrar en materia. Y la materia, que no acabó con el Aldo cómico, se tradujo en tres brillantes cuentos, que trataron el destino, la fortaleza del amor, los sueños frustrados, la realización personal, la individualidad y castigo al diferente, la libertad, etc. Especialmente interesante fue esa pequeña joya llamada Tina y Nicolás, soberbia en su desarrollo, dramatismo y emotividad.
Pero Aldo Méndez lleva muchos años sobre las tablas y sabe que lo mejor para que un espectáculo ruede es la variedad, recitó poemas y se acompañó de un dúo musical cubano para interpretar sendas canciones y terminar con su emocionante puchero de cuentos, en el que es el público el que le proporciona las frases que debe hilar de forma improvisada para formular la propia fabula.
Durante la charla que tuvimos después del espectáculo con Aldo este nos contó un dato revelador, “Ciudad Real me ha traído crecimiento personal, profesional, me ha enseñado a ser narrador, comunicador, siento agradecimiento a la ciudad”.
Y así fue transcurriendo la noche, entre historias que te arrebatan un rotundo movimiento de afirmación, risas sinceras y una degustación de las artes culinarias del cubano. Todo por cinco euros.
FUENTE: CRISOL DE CIUDAD REAL
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