viernes, noviembre 26, 2010

ANA MARÍA MATUTE: LA PALABRA QUE NOS SALVA

Hay escritores que escriben para hacer caja, otros para ganar la gloria y otros, los mejores, para protestar contra la mezquindad de la vida con la belleza de la palabra, ese elemento mágico que acerca a los hombres y nos salva. Ana María Matute (Barcelona 1926) es una escritora que pertenece al último grupo. Sus novelas y cuentos muestran la insatisfacción de quien sufre por la pérdida de una Arcadia irrecuperable, por el cainismo y por el deseo de retornar a vivir una infancia que no volverá. Matute fue siempre una mujer valiente con la pluma: la soledad de la infancia, el desamparo de los débiles, la devastadora infuencia de la guerra y de la codicia aparecen ya como un referente en sus primeras obras. La literatura, como el wisky o el gintónic, es un salvavidas que le ha ayudado a pasar los años con dignidad.
Y, a pesar de ser una francotiradora, ajena a las modas, a los grupos y a los dictados que impone el márketing de la industria cultural, los premios y los reconocimientos importantes le han ido llegando poco a poco. El último, la reciente concesión del Premio Cervantes, ha iluminado su rostro soñador, siempre coronado por el fuego blanco y sagrado de su cabellera que brilla como un astro. Ana María Matute es la tercera mujer que recibe el premio, de un total de 34 ediciones, tras la filósofa María Zambrano y la poeta Dulce María Loynaz.
Su relación con la literatura le viene de antaño. Cuando sólo tenía 17 años firmó un contrato en la editorial Destino -la misma que lanzó a Carmen Laforet, a través del premio Nadal- con su director, Ignacio Agustí. E incluso antes, a los seis años, se había atrevido a escribir ya un cuento.
Por cierto, que el cuento -un subgénero poco amado por los escritores españoles- ha sido uno de los centros de interés de su obra. De hecho, gran amante de la literatura rusa, en especial de los cuentos de Chejov, ha publicado unas dos docenas de libros de cuentos. Y ha reunido sus relatos bajo el título La puerta de la luna (2010). Especial fortuna han tenido algunos de ellos, como Caballito loco (1962), en donde se mezclan de forma hechizante perversidad e inocencia, para acercarnos la realidad de forma muy sugestiva. En 1965 ganó el Premio Lazarillo de literatura infantil por El polizón de Ulises. Y casi veinte años después le concedieron el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Sólo un pie descalzo.

ARTICULO COMPLETO: FARO DE VIGO

No hay comentarios: