viernes, noviembre 12, 2010

CAPERUCITA ROJA. LA MUERTE DEL CUENTO


La instrumentalización de la fantasía amenaza con anular la magia liberadora de todo buen cuento, el verdadero potencial simbólico de los cuentos.

La magia de los cuentos (si es que es magia) radica en que las personas y las criaturas son mostradas cómo son realmente.

Para el momento en qué quedaron registrados como textos escritos, hacia fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, contenían muchos motivos primitivos, pero esencialmente reflejaban las postreras características del feudalismo tanto en su forma estética como en su sistema simbólico referencial.

A partir del período de la Ilustración, a los cuentos maravillosos y folclóricos se los consideró inútiles para el proceso de racionalización burguesa, siendo las masas un objeto de cálculo; un apéndice de la maquinaria.

Por un lado, los grupos burgueses dominantes y conservadores comenzaron a considerar inmorales los cuentos folclóricos y maravillosos, pues éstos no gozaban de virtudes tales como orden, disciplina, trabajo, modestia, limpieza, etc. En particular, se los veía como peligrosos para los niños, ya que sus componentes fantásticos podían infundirles “ideas locas”, es decir, podían sugerirles modos de rebeldía contra las reglas autoritarias y patriarcales que regían a sus familias. Entonces, la mayor parte de la clase media se oponía a que se escribieran y editaran cuentos folclóricos y maravillosos, prefiriendo los cuentos didácticos, los sermones, las novelas familiares y cosas por el estilo.

Los cuentos que circulaban entre la gente del pueblo eran estigmatizados por los poderes clericales y seculares como abominables e inspirados por el Demonio. Como los motivos imaginativos y los elementos simbólicos se oponían a los principios del racionalismo y el utilitarismo desarrollados por una clase burguesa, había que suprimirlos o hacerlos aparecer como irrelevantes.

ARTICULO COMPLETO:PULPNIVORIA

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