lunes, noviembre 22, 2010

El jueves estuvo Joxemari Carrere en La luna

El jueves volvió Joxemari a La Luna, a contarnos cuentos alrededor de Eros (y empezando por el mismo nacimiento de Eros, producto de una mala noche que la tiene cualquiera)


La sesión estuvo armada con cuentos provenientes de tradiciones de muchos lugares, y es que este es un tema universal, aunque según pudimos escuchar cada cultura ha aportado su punto de vista.

En los cuentos que eligió Joxemari para esta sesión, el erotismo casi siempre se trata sin trascendencia, con naturalidad, como un aspecto cualquiera más de la condición humana. Son cuentos que gusta escuchar, frescos, aparentemente sencillos pero que van un paso más allá del simple divertimento, aunque sólo sea por permitirnos acceder a la forma en que otras culturas han tratado determinados asuntos.


Esta sesión, no obstante, está en proceso de formación y crecimiento, y se le nota. Le eché en falta un hilo conductor, un discurso que vaya llevando a los que escuchan de un cuento a otro.  Joxemari tiene ese estilo propio en el que va trufando las sesiones de anécdotas, pensamientos, reflexiones al hilo de lo que va contando...

Eso, que siempre nos gusta y hace tan amenas sus sesiones de cuentos, en esta ocasión le restó solidez a una sesión que, cuando crezca, le tiene que dar muchas satisfacciones.


Nota:  relacionado con la sesión, en el blog de Joxemari, Carrere Narrador, hay un extenso artículo muy interesante, que quiero dejar mencionado porque sirve también como muestra del trabajo que hay detrás de una sesión de cuentos de alrededor de una hora en un bar. Es una parte del trabajo de un narrador que siempre queda en segundo plano, cuando no desconocida.

1 comentario:

Marisa (Orientadora) dijo...

No siempre crítico y público están totalmente de acuerdo:

Pudo ser esta una sesión a la que no me hubiera importado llegar un poco tarde pero si hubiera optado por entretenerme un poquito más en la Travesía Laurel me hubiera perdido otras cosas, porque bien sabe el que va a La Luna que es importante llegar un poquito pronto para disfrutar del arte con que los profesionales que están detrás de la barra contagiados por los grandes invitados te sirven las copas, la exquisited de esas bolas de queso, la buena compañia, y lo difícil que es no quedarte sin silla ya que el lleno suele estar asegurado.

Aunque en un principio pudo llegar alguien a pensar que efectivamente se trataba de una mala noche en el quehacer del gran artista que nos acompañaba quien fue fiel a su forma peculiar de narrar (en la que montones de experiencias son traídas a la mente del oyente a un mismo tiempo) y fluir de sus palabras y decidió, sabiamente, no abandonar su silla a mitad de la sesión bien sabe que "las cosas no son como empiezan sino como acaban".

Lo que empezó siendo un viaje (con el tracatra y el humo de la máquina del tren) por las creencias y prácticas sexuales de mediomundo (incluido como no Euskal Herria) a través de la palabra, tarea difícil para la mayoría de los mortales (es difícil contarlo sin exagerarlo ¿verdad?), acabó siendo una puesta en escena sin ayuda de medios auxiliares (que no fueran expresión verbal y no verbal sumamente coordinada) natural, provocadora, divertida, electrizante, sensual, orgásmica y culturizante para la mayoría de los presentes.

Sin duda, la sesión podrá ser traducida por el narrador a distintos idiomas, perfeccionada con el tiempo (como el buen vino)e intentada llevar a la práctica por más de uno de los allí presentes pero no dejará de ser recordada por el público por la libertad con que brotaban aquellas palabras de aquella fuente de agua clara.

Hay artistas a los que no les importa desnudarse ante su público y sin duda Carrere es uno de ellos.